viernes, 24 de enero de 2014

IRLANDA Y MARRUECOS: El corazón y la serpiente.

Desde que tengo uso de razón me gustan los objetos con significado. Por supuesto mi hermana comparte mi afición, y no creo que seamos las únicas. Estoy segura que a todos los que os apasiona viajar os satisface traer a casa una pequeña pieza del puzzle que forma aquél lugar que visitáis: una postal, una piedra singular, una caracola deshabitada, arena de una playa paradisíaca, flores para secar escondidas entre libros... 

Sin duda en Irlanda y Marruecos, al ser países tan distintos pero tan completos, puedes hacerte con cualquier objeto y cargarlo de un considerable valor sentimental.
Galway, Irlanda.
¿Qué puedes incluir en tu inventario de favoritos que puedas encontrar en estas áreas tan dispares? Algo tan simple como un anillo. 

Irlanda es un país con una historia apasionante. Se cuenta que hace más de tres siglos, un señor llamado Richard Joyce fue vendido como esclavo, cuando regresaba a su lugar de origen, Galway, para casarse con la mujer que amaba en una pequeña aldea cercana llamada Claddagh. Después de catorce años de esclavo, habiendo aprendido el oficio de orfebre, trabajando para un argelino, fue liberado. 

Debido a que Joyce era gran conocedor de la técnica en tantos años, el argelino le ofreció al ser liberado una gran fortuna y la mano de su hija, y el irlandés rechazó ambas, pues aún se acordaba de aquella mujer a la que seguía amando. Richard Joyce no volvió a Claddagh con las manos vacías sino que estuvo trabajando durante mucho tiempo en un anillo, que posteriormente se llamó "el anillo Claddagh", que contenía un corazón y dos manos rodeándolo además de una corona.

Anillo Claddagh
Cada uno de estos elementos representaba una cosa distinta, pero relacionadas entre sí. Las manos representaban la amistad, la corona simbolizaba lealtad y fidelidad y el corazón representaba el amor. El lema del anillo es "Let love and friendship reign" o "Que reinen la amistad y el amor". 

El anillo Claddagh es una de las tradiciones más románticas y duraderas de la isla de Irlanda, y como antes de salir de España nos apasionó la historia, nos hicimos con uno cuando llegamos a Dublín. En una de nuestras excursiones, Galway, nuestro guía Brian, del que ya hemos hablado, nos preguntó si conocíamos la leyenda del anillo, y claro, yo guardé silencio porque mi inglés no me permitía mantener una conversación lo suficientemente fluida como para explicar la preciosa historia del anillo del corazón. Pero nuestra madre que es prácticamente bilingüe, llamó la atención del chico diciéndole mientras me señalaba y los 30 excursionistas me miraban atónitos: "Ella sabe la historia, tiene un anillo Claddagh." Oh genial. Una de las cosas que peor llevo en esta vida es ser el centro de atención. Brian me miró con su media sonrisa y me hizo un gesto para que me acercase. Yo iba a darle el anillo para que se explicase con libertad pero me cogió de la mano y me acercó a él. "¿Sabéis el verdadero significado del anillo?" preguntó. Entonces mientras explicaba que depende de la mano en la que te lo pongas y hacia dónde mire el corazón quiere decir una cosa u otra, yo iba cambiándolo de sitio. Si se encuentra en la mano derecha y el corazón mirando hacia la parte externa de la mano, estás abierto al amor. Si por el contrario estando en esa misma mano, el corazón mira hacia tí, tu corazón está ocupado. Si el anillo te lo colocas en la mano izquierda mirando hacia tí estás casado/a, y si mira hacia fuera, tu estado sentimental es viudo/a. Cuando Brian terminó su explicación me despidió con un "Thank you, my lovely assistance." y la gente aplaudió. Estas cosas solo me pasan a mí. Ahora sí, creo recordar que Brian se fijó muy bien en la mano que tenía el anillo y hacia dónde miraba el corazón. 


Hace unos treinta años, nuestro padre le regaló un anillo a nuestra madre que había comprado en Marruecos. Era un anillo peculiar, tenía forma de serpiente y cuando te lo colocabas en el dedo, la serpiente aparecía abrazada a éste. Ese anillo desde siempre me había apasionado, así que mi madre me lo regaló coincidiendo con una etapa de mi vida que empezaba. Pero de la manera más absurda del mundo un buen día, lo perdí. Estuve buscándolo durante horas en un lugar en el que había cientos de personas, y no lo encontré. Me afectó mucho perder aquél anillo que significaba tanto para mis padres y aún hoy en día me acuerdo y me enfado conmigo misma. 

Pues bien, paseando por la medina de Marrakech, a principios de 2014, y casi coincidiendo con mi cumpleaños, pasamos por una joyería y mi madre me llamó sorprendida. En aquella vitrina estaba el anillo de la serpiente. ¡No podía ser! Hasta la cabeza de serpiente tenía el mismo dibujo. Emocionada llamé a mi hermana y a mi padre que corrieron a comprobar si el anillo era exactamente igual que el que perdí. Y efectivamente confirmaron nuestra teoría. He de reconocer que soy bastante expresiva, y que si queríamos hacernos con el anillo, no debía mostrar demasiada alegría para que no subiesen el precio de éste. Ya sabemos como va el tema del regateo en ese país. 


La joyería pertenecía a un hombre de casi dos metros de estatura y unos 35 o 40 años. El hombre tenía dos hijas, que tras la vitrina no dejaban de hacernos cumplidos a mi hermana y a mí, que conversamos con ellas un buen rato. "Que chicas más guapas ¿verdad, papá?" preguntaban las niñas en un francés que entendíamos a la perfección. Su padre y nuestro padre comenzaron el regateo y finalmente sellaron el negocio con un apretón de manos. Estuvimos cerca de una hora en aquella joyería perdida en la medina de Marrakech, y nos llevamos dos anillos. Uno para cada una y exactamente iguales. No quedaban más, eran los últimos. 

Cuando íbamos a despedirnos, tras haber tenido animadas conversaciones con padre e hijas, el joyero, en cuya mano izquierda lucía un gran anillo con una enorme piedra de color burdeo, extendió su mano a modo de "Encantado de habernos conocido." Y tan encantado. 
En un abrir y cerrar de ojos hizo un giro y me vi entre los brazos de aquél desconocido mientras nuestro padre lo miraba estupefacto. "¿Cuántos camellos por La Reina?" preguntó sin soltarme. Nuestro padre que no salía de su asombro respondió. "Ni Alá..." y así logre escabullirme aprovechando su distracción. Nos despedimos de la familia y las niñas nos miraron un poco tristes. Nosotros les devolvimos nuestra mejor sonrisa y continuamos nuestro camino por la medina a paso rápido, por si el joyero cambiaba de opinión y volvía a buscar una posible madre para sus hijas. 

Ese anillo después de casi diez años, hoy pretende volver a cerrar aquella etapa que se abrió.

De esta manera, el corazón y la serpiente forman parte de nuestro pequeña colección de objetos con significados. Irlanda y Marruecos siempre serán dos países especiales para nosotras y por que no, relacionados entre sí de la manera más inocente. Un anillo. O en este caso, cuatro. 

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